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El Naranjo, la Luna, la Campana, Los Tres Elvis y ‘El Perro’

© 58 Procesiones | James Wyness

Los recuerdos más duraderos que tengo de Sevilla son de aquellos momentos en los que el poder y la espontaneidad de la ‘vida real’ me sacaron de mi trabajo de campo.

Una noche, por ejemplo, me dejó atónito la campana penitencial de Santa Marta, vista y escuchada a través del naranjo en la plaza, después de la medianoche y con la luna casi llena, mientras recorría mi campo de visión de arriba abajo. El naranjo, que desprendía su perfume en el frío de la noche, suavizaba el gusto y el olor del persistente incienso, calmando y aliviando el dolor en mi espalda, piernas, cuello y brazos causado por estar tanto tiempo de pie, austero y penitente, por más de tres horas alzando mis micrófonos al Cristo y a la Virgen.

O la aparición de filas de encapuchados acercándose a mí en la noche, cuando el Jueves Santo se convierte en Viernes Santo, ‘La Madrugá’, en un silencio absoluto lleno de propósitos, los penitentes del Silencio, vestidos de negro de la cabeza a los pies.
La energía de un pequeño grupo de mujeres robustas me pilló por sorpresa, cuando irrumpiendo se colocaron delante, marchando tras un trono que llevaba la Virgen; su conversación se escuchó hasta mucho después de que se hubieran desvanecido entre la multitud.

Un señor mayor con una desaliñada gabardina beige me distrajo completamente cuando se dirigió hacia la puerta de la capilla con su radio portátil y un auricular mono, sintonizando neuróticamente la radio para escuchar el comentario que estaba siendo leído por el locutor, en vivo, a menos de 10m de donde él estaba de pie. Me distrajo de manera similar la actitud de un grupo de jóvenes que estaban sentados detrás de mí, comiendo y tirando al suelo las cáscaras de pipas como primates exóticos, aullando a las chicas entre pipa y pipa.

Llegado el momento la efigie de Cristo se alzó desde la multitud sobre una vara metálica.

El carisma de los tres Elvis era irresistible. Apodados así por sus tupés exuberantes y habilidades actuando, sacaban los pasos fuera de la Iglesia con un margen de centímetros, llevando a las devotas sevillanas al borde del desmayo cuando los tronos aparecían.

Por último, dí paso a la gente que con frecuencia se referían a la funda peluda de mi micrófono como ‘El Perro’; algunas de las damas se tomaron la libertad de acariciar ‘al peludo’, al mismo tiempo que susurraban en su oreja.

Menciono esto porque mi interés aquí es el área psicológica incierta que reposa en primera instancia entre dos estados de actitud mental: el primero en el que estoy trabajando concienzudamente en el terreno, donde todo es medido, sujeto a escrutinio y análisis; el segundo, en el que me siento engatusado, seducido o arrancado de esta actitud y hecho para dar testimonio de incidentes y eventos al tiempo que se van desarrollando.

La tercera y última faceta, que completa la obra de arte, ocurre lejos de las calles de Sevilla. En el taller y en el espacio de la instalación se presenta el oficio más tradicional de hacer arte. Trabajando con material mimético, diversos procesos de transformación se muestran al desnudo, equiparando en profundidad y significancia a esos que sucedieron entre la vida y del trabajo de campo en Sevilla. Éstos se manifiestan y multiplican en toda su complejidad a través de tres dimensiones y sobre muchos temas, que van desde el movimiento del sonido a través del espacio a las matrices comunicativas inherentes a las procesiones, creando complejas interrelaciones, espejos de tres caras, sinfines de ‘feedback’ y, eventualmente, posibilidades creativas frescas y originales.

Tomar conciencia de la complejidad de los tres campos de actividad, de sus propios dominios y áreas compartidas, es un paso en una dirección particular hacia una comprensión más profunda de los procesos materiales involucrados en muchas formas de arte que resultan de la práctica de grabaciones de campo medioambientales, y que desarrollados más plenamente, podrían contribuir eventualmente hacia el discurso emergente en torno a tales trabajos.

 

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